Una vez más la violencia se instaló en el fútbol argentino, pero lo llamativo de esta ocasión es que fueron los propios protagonistas los que improvisaron una batalla campal en medio de un partido oficial. Ocurrió en la final de la Liga Correntina disputada entre Deportivo Mandiyú y Ferroviario.
El episodio se generó por las constantes protestas de los fallos arbitrales y la trifulca compuesta por los jugadores también incentivó a que algunos hinchas invadieran el terreno de juego para sumarse a la pelea.
El compromiso había comenzado a favor de Deportivo Mandiyú gracias a la conquista de Ariel Blanco, y en las instancias finales del choque, los futbolistas de Ferroviario reclamaron un penal a su favor que hubiese cambiado la historia. Como el árbitro, Víctor Vallejos, no sancionó la infracción, los jugadores que se sintieron perjudicados por la autoridad comenzaron con las agresiones. Y las respuestas no tardaron en llegar.
El caos generalizado se extendió hacia las gradas, dado que varias personas que se encontraban en la tribuna del Albo rompieron el alambrado para invadir la cancha y sumarse a la gresca. Patadas voladoras, trompadas y proyectiles conformaron las escenas más tristes que se pueden observar dentro del deporte más popular del planeta.
Naturalmente, el partido fue suspendido y ahora todo quedará sujeto a lo que decida el Tribunal de Disciplina de la AFA. Para ello, el informe del árbitro será de suma importancia, ya que varios de los implicados fueron los responsables de desatar el conflicto. Hasta el momento no hubo ningún comunicado oficial que informe sobre la resolución del conflicto.
Lo que debió ser una fiesta terminó convirtiéndose en una pesadilla. En Corrientes no hubo entrega de copas ni trofeos para los campeones o medallas para los subcampeones. En la capital del norte argentino todo quedó empañado por la actitud agresiva de varios protagonistas que podrían recibir una sanción ejemplar.
